¿Abierto? por obras

Llevo varios días dándole vueltas a dos intervenciones, la del Edificio Pereda, sede histórica del Banco Santander, y la del edificio conocido por todos como «El Banesto», el antiguo Banco Mercantil. Para los que no los conozcan, se trata de dos edificios situados en pleno casco histórico de Santander, el Edificio Pereda en el Paseo de Pereda forma parte del conjunto declarado Bien de Interés Cultural (aquí podéis consultar el PGOU de Santander con los inmuebles con protección monumental) y el antiguo Banco Mercantil tiene protección integral (aquí podéis consultar el PGOU de Santander con los inmuebles con protección integral).

Ambos inmuebles son propiedad del Banco Santander y hasta ahora han funcionado como oficinas bancarias. En el edificio de la calle Hernán Cortés, antiguo Banco Mercantil, está previsto ubicar oficinas del banco y en el edificio del Paseo de Pereda la colección de arte de la Fundación Santander, que hasta ahora podía visitarse en Boadilla del Monte (Madrid). La reforma de este último está capitaneada por el arquitecto David Chipperfield. Esta obra, sumada al Centro Botín, la sede del Reina Sofia, el MUPAC y el futuro Museo de Bellas Artes de Santander pretende convertir a la capital cántabra en un importante foco artístico/cultural.

Os dejo algunas fotos de las obras donde se puede apreciar el vaciado interior de dos edificios históricos hasta ahora en perfecto estado de conservación. La reforma tiene como objetivo “recuperar el valor patrimonial” de los inmuebles.  Sin entrar a valorar los criterios con los que se ha intervenido, ya que no tengo suficientes datos, pero a simple vista el vaciado de ambos me parece excesiva.

Estas semanas estoy en Italia y he tenido la oportunidad de visitar varios espacios patrimoniales en los que se están haciendo labores de conservación: bienes culturales privados y públicos, y de todo tipo: inmuebles, muebles y paisajes urbanos. Me interesa mostraros las estrategias que utilizan los italianos y reflexionar sobre cómo podríamos mejorar para acercar los trabajos en patrimonio a la ciudadanía.

En estas imágenes podemos ver la Fontana Contarini en el centro histórico de Bérgamo, el coro de la basílica de Santa María la Mayor, también en Bérgamo, la plaza Castello en Milán y la Loggia della Mercanzia de Génova. En todas las imágenes podemos ver espacios parcial o completamente cerrados al público por obras. Sin embargo, aprovechando el espacio de los paneles de ocultación se incluyen explicaciones de las obras y la historia del bien cultural. Si os fijáis, en su mayoría tienen unas «ventanas» que permiten ver lo que ocurre al interior (las fotografías han sido tomadas en domingo y día festivo en Italia por lo que no podemos ver a ningún técnico, pero el objetivo es ver a los trabajadores en acción). En las obras de conservación preventiva del coro el cierre es completamente transparente.  En mi opinión, un ejercicio de transparencia y didáctica fantástico.

Por un lado, se trata de una medida esencial cuando se interviene con fondos públicos, dando a conocer a la ciudadanía parte de los trabajos. Por otro, tener la posibilidad de ver a técnicos en pleno proceso de conservación, o conocer en profundidad los métodos con los que se interviene genera sentimientos de cuidado y apego por el patrimonio. También para reforzar la importancia de las labores de conservación. ¿Por qué no aprovechamos estás oportunidades como reclamo?

Imagen de las obras de restauración en la Fontana Contarini en Bérgamo. Fuente: Exibart.

En las imágenes también vemos otro aspecto que me ha llamado enormemente la atención y es el interés por árboles y plantas. Interesante conocer también las especies elegidas que siguen una tendencia de uso de plantas autóctonas o naturalizadas en los jardines europeos (tilos, plátanos de sombra, gingkos, etc.) que requieren menos trabajos de mantenimiento (en otra ocasión podemos hablar de podas agresivas frente al paisajismo de bajo mantenimiento). Me ha recordado a la intervención en los Jardines de Pereda, relativamente reciente. Al igual que la plaza milanesa se trata de un espacio público, pero en esta ocasión intervenido con fondos privados. Algunos recordaréis que durante unos meses en la sede de la Fundación Botín en la calle Pedrueca se abrió una sala en la que pudimos conocer el proyecto de renovación de los jardines asociado a la construcción del Centro Botín. Es necesario recordar también la polémica generada en torno a la construcción del edificio, por lo que en este caso quizás las explicaciones iban más en la línea de calmar las voces discordantes. Sin embargo, el acceso a los jardines se cerró por completo durante los años que duraron las obras, al igual que se han blindado los dos edificios en los que se está trabajando en la actualidad. Es justo reconocer también que la lona que cubre el Edificio Pereda con imágenes de obras que forman parte de la colección y que se expondrán en un futuro próximo en Santander ha sido un completo acierto.

Para terminar lanzo algunas preguntas al aire. ¿Son lo suficientemente transparentes las intervenciones en patrimonio? ¿Son públicos los criterios con los que se trabaja? ¿Tiene la ciudadanía derecho a conocer y opinar acerca de las obras que se realizan en bienes culturales, aunque sean privados, ya que interfieren en el paisaje urbano público? ¿Ayudarían este tipo de iniciativas a comprender por qué y cómo se invierte en patrimonio? Sería interesante averiguar las impresiones de las personas que visitan los monumentos en obras pero, desde luego, ver los trabajos de conservación en directo interesa al público, hacen mucho más transparente el proceso y participe a la ciudadanía que los disfruta, visita y los mantiene. No podemos olvidar el éxito de los programas «Abierto por obras»/»Abierto por restauración» que se han llevado a cabo en numerosos elementos patrimoniales en este país. Aprovechemos estas oportunidades.

Me interesa conocer vuestra opinión, más abajo podéis dejar comentarios.

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6 comments on “¿Abierto? por obras

  1. Hola Paloma, muy interesante el artículo, tu análisis y tu reflexión.
    Estoy totalmente de acuerdo contigo. Quizás habría que empezar preguntándose cómo se ha permitido la reforma del BS que plantea Chipperfield siendo el Pº de Pereda, todo él, un BIC con categoría de Conjunto histórico, la misma protección patrimonial que afecta al Balneario de los Peligros cuyas obras, con tal motivo, están paralizadas. ¿podría cualquier comunidad de propietarios del Pº de Pereda levantar una altura más y montarse un solárium en el tejado?
    En cuanto al edificio del banco Mercantil-Banesto, recuerdo haber entrado una sola vez, y quedarme estupefacta al superar una magnifica puerta giratoria y acceder a un espacio ¿octogonal? en el que se abrían ocho ventanillas. Boiserie de suelo al techo, un suelo precioso, cristales biselados, bronce, dorados, mármol, molduras justificadas por Casimiro Pérez de la Riva, para un programa claro: “Lo mismo que las catedrales son espléndidas para que los fieles entiendan la grandeza de la religión, los bancos tienen que ser espléndidos para que la gente sea consciente de la grandeza de la economía”. Voilá!, eso era la esencia del Santander mercantil de la época y, en mi opinión, esa entrada y ese hall de ventanillas debía haberse conservado. Pero bueno, ya dijo Cruz que “La reforma del edificio de Banesto va a ser un trabajo de introspección” (EDM 23.11.2018). Y ese ensimismamiento de los arquitectos, esa “mirada interior dirigida a los propios actos o estados de ánimo” según la RAE, en lugar de hacia afuera, es lo que se desprende de lo que planteas.
    También habría quizá que replantearse que la protección integral suponga conservar sólo el exterior de un edificio y no, como en este último caso (porque parece ser que el proyecto de Chipperfield sí contempla conservar despachos históricos), hacer desaparecer patrimonio mueble. Siguiendo con razonamiento de Pérez de la Riva, sería como vaciar una iglesia y no conservar el coro, el retablo…
    En cuanto a si la ciudadanía tenemos derecho a conocer y opinar acerca de las obras que se realizan en bienes culturales, aunque sean privados, sí, por supuesto. Aunque ya sabemos todos en que quedarán las protestas unánimes de vecinos, comerciantes, expertos y paseantes acerca del cierre del arco del Banco de Santander.
    Ojalá fuera sólo transparencia y didáctica lo que necesitamos…

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    • Hola Montserrat, muchísimas gracias por este comentario tan necesario. No puedo estar más de acuerdo contigo. Yo también pensaba que conservarían los interiores y me he llevado una desagradable sorpresa. ¿Reconstruirán los despachos históricos? ¿Las vidrieras? ¿El patrimonio mueble? ¿Cómo es posible que en 2022 se permita el vaciado de dos edificios protegidos perfectamente conservados? Me gustaría incidir en este aspecto y no sé si ha quedado lo suficientemente claro en el texto y es que hasta el comienzo de las obras han funcionado perfectamente. Cualquiera puede llegar a pensar que ha sido una sollución de emergencia para poder salvar las fachadas y no, nada más lejos. Otro asunto que me ha llamado la atención, buceando en la prensa, es que ninguna (que alguien me corrija si me equivoco, por favor) asociación de patrimonio se ha pronunciado al respecto. Las asociaciones de vecinos han estado solas en las protestas. ¿Desinterés?

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  2. Efectivamente, Paloma, ninguna asociación o institución defensora del patrimonio se ha pronunciado al respecto. Algunos conocidos miembros y activistas lo hicieron a titulo propio. Parece ser que en el Santander sí habrá un espacio llamado «Museo del Banco»; entiendo que reconstruirán algunos espacios emblemáticos… despacho presidencial, sala de Juntas… pero de la entrevista a Cruz que cito en mi comentario, en el Banco Mercantil no será así. Ojalá me equivoque.

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  3. Ayudaría a comprender porqué están elevando, un piso al menos, por encima de la terraza previa y construyendo con ladrillo estructuras desconozco destinadas a qué. El hecho es que supones que la reforma se ha dirigido consensuado y aprobado en base a criterios de responsabilidad urbana y de conservación de patrimonio y resulta que una manzana de edificios y otros con ya pocas vistas al cielo, que no al horizonte ya no verán ni un ápice.

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